Mientras que el cerebro y la médula espinal tienen su propio escuadrón de células inmunes especializadas, el sistema inmunológico periférico está armado con un batallón más grande de proteínas, células y órganos completos, como el bazo, que protegen a los invasores.
Durante la última década, los investigadores han logrado un gran progreso en la comprensión de cómo el sistema inmunológico periférico afecta la actividad neuronal: cómo las señales inmunes que se originan fuera del sistema nervioso central pueden afectar los procesos cognitivos, el comportamiento social, la neurodegeneración y más.
De hecho, han aprendido que las células inmunes de la periferia patrullan rutinariamente el sistema nervioso central y apoyan su función.
En un nuevo estudio, los investigadores demostraron por primera vez que, al igual que el cerebro recuerda a las personas, los lugares, los olores, etc., también almacena lo que ellos llaman "rastros de memoria" de infecciones pasadas del cuerpo.
Reactivar las mismas células cerebrales que codifican esta información es suficiente para convocar rápidamente al sistema inmunológico periférico para defender los tejidos en riesgo.